miércoles, 4 de enero de 2012

Capítulo 26 - Haz que sea eterno...

-¿Quien?
-Sophí, ¿Esta noche te apetece cenar juntos?
-Claro.
-Tengo novedades, no sé si son exactamente buenas noticias.
-Ahora me dejas con la intriga... ¿A qué hora quedamos?
- ¿A las nueve estarás lista?
-Sí, supongo. Pero... ¿A dónde vamos a ir, es por no desentonar con el sitio?
-A la Fontana de Trevi.
-Vale, adiós te quiero.
-Adiós, un besazo.

El que no le hubiera dicho "Te quiero" o un sinónimo, le sentó como un cubo de agua fría con hielo, sus ojos se empañaron, pero no tenía tiempo. Estaba a punto de exponer su idea para la portada de un nuevo libro en el mercado; era su momento.

-He pensado que una foto de una pareja el uno del otro sería muy bonito, y sería acorde con el relato, el problema es que no tiene que ser típica. Tiene que ser real, de personas que se quieren realmente, de gente que puedes ver por la calle.
-Muy bien, ¿Cuál es la idea de la foto?
-He pensado que el chico la eleva por encima de sus pies, y sus narices se rozan, es de noche y la ciudad está a oscuras salvo por las luces amarillas y los coches, los coches van rápido así que se ven lineas de luz amarilla, y a su lado hay una maleta, una pequeña maleta de mano azul o rosa.
-¿Y la maleta?
-En el capítulo Catorce la pareja escapa, los compradores agradecerán ese pequeño gesto.
Todos (las 6 personas presentes) inundaron la sala de reuniones de aplausos.
Aprovechó la suerte de ese pequeño detalle para tomarse la tarde libre. Tenía que prepararse.
Estar guapa, para ella, era sencillo, pero... Lo que necesitaba era que él solo la mirara a ella, y si para ello se tenía que vestir de payasa con colores fosforitos , dar por hecho que lo haría.

En otra parte del mundo, bastante lejos. Cristal lloraba desconsoladamente frente a una figura de un barco del que caía agua, en la playa Malvarrosa. Sentía tanto dolor por dentro, tanto miedo a seguir. Nunca creyó que esto pasaría, había perdido a su familia, a su madre y a su padre. A esas dos personas que con todo el amor del mundo la habían creado, criado y cosido las alas para que pudiera volar.
Sabía que ese día llegaría, no era tonta. Sus padres ya eran mayores, lo suficiente como para ejercer de jubilados, es decir, no ejercer.
Pero aun así...Le dolía, la mataba por dentro.
La brisa recorría su nuca. Al no tener tiempo se había hecho un moño desenfadado del que caían algunos rizos, iba sin maquillaje, totalmente natural.
Los niños pasaban, y sus padres después. Un grupo de chicas de unos Catorce años la miró.
Todas pusieron cara de preocupadas, aunque una, graciosilla, soltó un comentario que hizo a todas reír. Bueno, a todas menos a una. Esa chica se acercó poco a poco, como intencionado que si no le decía nada al llegar a su lado, las respuestas iban a ser cordiales.
-Hola ¿Estás bien?
-Sí...-No lo dijo cortés, pero como si fuera una despedida, al ver la cara de la chica de desilusión o de haber metido la pata, recapacitó.- Gracias... Esto... Lo siento, es que no sé cómo te llamas.
-Me llamo Ángela.
-Yo Cristal.
Sus amigas la miraban con el ceño fruncido, no sabía si porque no estaban tan cerca como para verla bien, o porque especulaban sobre ella.
-Tus amigas... No tienen pinta de ser majas desde aquí.
-Lo son, pero ya sabes, una desconocida..
-Sí, una desconocida llorando sola. El cotilleo inventado perfecto.
-¿A ver si lo adivino "a vuestra edad yo era igual"? -Dijo con tono cómico. Cristal rió. Y la chica se fijó en su cara, porque solo se había fijado en esos lagrimones. <¡Qué guapa es! > Pensó Ángela.
Cristal la miró, era morenísima de piel, preciosa, alta para la edad que su cara decía que tenía. Muy muy alegre y con buen estilo.
-Casi casi. Yo lo sigo haciendo. Será mejor que te vayas, tus amigas tienen pinta de querer irse. O de querer venir a cotillear. Y no sé qué es peor.
-Me voy, pero a cambio quiero una sonrisa.
-Eres una monada.
-Lo sé, pero no se lo cuentes a nadie. Pueden llevarse una sorpresa con nuestro secreto.
-Adiós guapa.
-Adiós, no llores más Cristal... A veces hay cosas malas, muy malas, que pueden hacerte daño. Pero lo importante es demostrar a toda costa que aunque la vida sea muy perra, tú llevas su bozal. Tú eres su dueña.
-Gracias.
Y el olor a mar quedó suspendido en el aire. Cristal se secó las lágrimas, mientras sonaban las zapatillas Adidas de Ángela. Su pelo largo y de rizo indefinido se movía por encima de sus hombros.
Si una chica de aproximadamente Catorce años, era capaz de decirle que cogiera las riendas de su vida, ¿Por qué no había caído ella misma? Siendo sincera, eso le hizo sentirse más pequeña, pero al mismo tiempo no podía parar de sonreír...
<El mundo no es tan malo, porque gente como tú existe, Ángela.> Se dijo para sí misma.
Camino hasta la heladería más cercana. Un poco de helado de chocolate, o quizás leche merengada.
Allí encontró a Lucas, sentado con un cono de stracciatella.
-¿Cuánto llevas aquí?
-40 minutos... Pensé que quizás un rato sola te ayudaría.
-Lo siento. Sé que después de todo lo que has hecho por mí, esto está mal.
-Puedes compensarmelo.
-¿Cómo?
-Tú solo sonríe. Con eso tengo más que suficiente.
-Eres un encanto.
-Sí pero no lo suficiente para que...-Lucas miró a Cristal y se dio cuenta de que si hacía eso, podría perderla.- para invitarte a un helado. Perdóneme, mi lady. ¿Cono o tarrina?
-Cono, por supuesto. ¿Sabes de qué?
-Lo tienes escrito en la cara.
-¿A sí?
-Leche merengada.
La cara de Cristal fue más de decepción por ser tan predecible, que de sorpresa por el acierto.
Lucas fue a pedir dos helados, otro para él y el de ella. Mientras tanto pidió un papel y un boli, en los que escribió algo para Cristal. Ella miraba por la ventana mirando los pequeños remolinos que hacía el aire y llevaba con él algunas partículas de arena.
Lucas volvió y dejó el helado de Cristal de forma estratégica.
<Haz que sea eterno ♥ > Estaba escrito con la forma del signo del infinito, y con un corazón al lado.
-No lo llevas escrito en la cara, cuando entraste miraste directamente a la leche merengada.
-Me alegra no ser tan predecible.
-Créeme, eres todo menos eso.
-Esto... ¿Que sea eterno el qué?
-El poder mirarte cada día, el que huyas y deba encontrarte, el escucharte reír a carcajadas, el escuchar que hablas de lo que sea, de Álex, de tus padres, de esa chica con la que has hablado... Da igual.
-No he olvidado a Álex,
-Lo sé. -Interrumpió Lucas.
-Pero, eso no quiere decir que no te quiera. Te estás haciendo un sitio en mi corazón.
Sonrió,  se acercó a ella y la besó en la frente.
-Eres increíble.


En lugar sin suelo, solo con ropa de todos los colores, y todas las modalidades posibles estaba Helena.
En un principio había optado por unos vaqueros grises, una camiseta rosa claro y unos zapatos blancos. Pero luego le parecía todo demasiado claro. La radio estaba a tope, vibraban hasta los cristales.
-¿Y el pelo? ¿Azul o rosa? ¡Joder!
Se miró despeinada, enfadada, y con el cuerpo a medio vestir. Se rió de sí misma. Y comenzó a bailar gritando / cantando una canción.
Tic tac, el reloj la hacía temblar. Quedaba una hora, pero tenía que coger el autobús ¿O no?
-¿Dónde hemos quedado? No lo recuerdo.¡Joder!- La paciencia de Helena había desaparecido sin dejar ni un poquito de rastro en ella.
Cinco minutos después eligió unos pantalones blancos, una camiseta azul caída con detalles negros y unas manoletinas negras.
¡Lista! Solo le quedaba saber dónde sería la cita.
Isac...Oye que no hemos dicho sitio, y si es lejos no sé si podré ir, he quedado más tarde con una amiga. 
Mientras recogía, tarareaba la canción que ahora resonaba en los 40 principales. Recordó las recordó las reglas del chico y la primera cita. 
Si tardaba 5 minutos o menos, estaba con muchas ganas de verla. 
Si tardaba de 5 a 10, había algo, pero no era exactamente la misma euforia. 
Si tardaba más de 15, para él no era tan importante. 
Y después había más leyes según lo que ponía en el SMS. 
Si ponía escusas por su tardanza, pedía perdón por algo, y/o era muy cariñoso pertenecía al primer grupo. 
Si era más corto y solo ponía lugar, pero aun así el saludo final era mono, era del segundo.
Y si no era de ninguna de estas maneras y encima tardaba más de 15 minutos, mejor era darle un corte diciendo que habías quedado con un tipo mucho mejor que él. Pero no con esas palabras, claro. 
Esas reglas las llevaban a raja tabla Cristal y Helena desde los 12 años. Fueron impuestas bajo juramento. 
Y ya lo aportaban inconscientemente. 
¡BIP BIP BIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIP! 
3:45 segundos. Las cejas de Helena se levantaron, y sonrió.
Perdona, es que tenía el móvil en la mochila.Me encantaría dar un paseo contigo por la playa Malvarrosa. Además, no habrá mucha gente y quiero estar a solas para hablarlo todo...Besos preciosa, ya solo quedan 50 minutos, y contando... ♥♥♥


-¡Adjudicado, GRUPO UNO!- Dijo con voz de triunfante. 
Salió de su casa de inmediato sin olvidarse antes de mandarle un SMS a su amiga. 


Cariño, lo siento mucho. ¿Quieres quedar y hablamos? Mañana TODO el día de tiendas yo invito. Ya me lo devolverás, en chicles, o en citas a ciegas. Aunque puede que mañana ya no las necesite. Ya te contaré.
PD: Yo también los echaré mucho de menos, y lo siento, era mi segunda madre...Ya lo sabes. Te quiero. Aquí siempre. 


No se lo había mandado antes porque conocía a su amiga, y estaría o durmiendo o bien escapándose durante un rato por el mundo. 
-¡Venga, nena, a la aventura! -Dijo frente del espejo con optimismo. 
[. . .]
Al llegar a la playa allí estaba él, con unas cuantas conchas en las manos, y una sonrisa que quemaría a cualquier guiri.
-Hola...
-Te recordaba más niña. ¿Has crecido?
-No, me fui al país de nunca jamás, por si acaso crecía y no me reconocías...
-Estás muy muy muy y muchos muys más guapísima.
-Gracias, tú igual. Bueno, tú mejor.
-¿Damos un paseo?
-Por supuesto.
-¿Te apetece un helado? Hay una heladería cerca de aquí...
-Claro, vamos.
Las palabras fluían  y no habían silencios incómodos. Sus manos se entrelazaron tímidamente. Cuando llegaron a la heladería se sentaron al lado de una pareja, los asientos altos impidieron ver sus caras...
-¿Crees que podrás olvidarlo algún día? -Escucharon de la mesa de detrás.
-Él ha sido alguien a quien he amado, y amo. Pero tú vas en ese camino. Quizás me engañé pensado que él era "El chico."
No podía ser, era la voz de su amiga. No sabía qué hacer, girarse y conocer a ese chico, o callarse y no irrumpir... Escucho besos, y palabras cariñosas en los siguientes minutos.
¿Qué hacer? No podía quedarse con aquella duda, ni quería joder una cita, o algo parecido...
-Te quiero, son amores distintos. Pero sé lo que siento.
-Yo sé lo que siento también, y es...
-¡Hola Cristal!
-¡Helena!

1 comentario:

  1. Chica chica chica, cada capitulo te superas más, y mira que parece difícil... pues vas y lo consigues, esta genial, lo mejor de todo Helena preparandose para la cita y los 3,45 segundos, que precisa eee ejeje :P. Increible sigue asi :D

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