miércoles, 11 de enero de 2012

Capítulo 27- Su pasión con sentimientos indefinidos.

-¿Nos disculpáis? Tenemos que ir al baño...-La cara de los chicos era casi de revista, y la de Cristal estaba entre la confusión y el desquicio.-Vamos, Helena...
-Vale...-Miró a su alrededor algo incómoda y luego miró a Isaac- Ahora vengo, espérame con...
-Hola, soy Lucas.-Se presentó Lucas muy nervioso, y con bastante vergüenza, ambos miraron a las dos chicas ir rápidamente en dirección al baño. Y ellos que no sabían ni donde meterse sin ninguna palabra de por medio empezaron a reír.
-Yo Isaac.
-Encantado, supongo que nos tocará esperar unas 3 horas.
-Lo más seguro es que cuando cierren la heladería tengamos que ir a llamarlas.
Ambos rieron y se miraron, en sus dos cabezas resonaba la misma frase "Lo que no me pase a mí..."

En los baños de una heladería, entre el espejo y la puerta.
-¿Pero tú qué haces con Lucas?
-Ya sabes lo que pasó con Alex. Y él, él me está ayudando a superar todo esto.
-Sí, sé todo lo que ha pasado con Alex pero por Ingrid.
-Lo siento...
-No pasa nada. Ella también me contó que le juraste amor a Alex, suena muy tonto, pero crees que hubieras cumplido ese juramento.
-Lo sigo cumpliendo, y aunque pasen mil años, una pequeña parte de mi corazón siempre será de Alex, lo jurado es deuda, es más, él lo sabe. Y  yo sé que dentro de él, también lo soy. Pero me dejó por otra...
-Lo sé, y lo siento... Y lo de tu...
-No quiero hablar de eso.-Murmuró en voz baja Cristal.- No quiero estar triste, se han ido, y ahora yo tengo que seguir. Ellos no querrían que yo estuviera triste y lo sé.
-Claro que no. ¿Has recibido mi SMS?
-Ah, ¿Ha sido eso lo que ha sonado? Pensaba que era batería baja...
-Tú y los móviles.
-Es que no entiendo para qué lo necesito, si nunca tengo saldo.
-Para no leer los SMS que te envío.
-Ay, mi niña, como te quiero. -La besó en la mejilla y la estrujó contra ella. -Un momento, ¡Ese era Isaac!
-Ya tardabas en darte cuenta. Sí, tengo muchas cosas que contarte, mañana te cuento todo con detalles.
-¿Te apetece un cuarteto?
-Que cerda eres.
-Me refería a un cuarteto, de ir los cuatro.
-Ya ya, siempre pensando en lo mismo.
Cristal gesticuló que tosía para insinuarle que era ella la que siempre pensaba en lo mismo.
Y ésta la abrazó hasta que se dieron cuenta de que ya había pasado suficiente tiempo.
Salieron hacia la mesa donde ya estaban sentados los dos, hablando de fútbol, y tratándose como si se conocieran de toda la vida.


En una limusina tan grande como un callejón de larga estaban sentados Alex y Sophí ambos mirando distraídos una serie en la televisión que a los dos les encantaba. Estaban abrazados, y el calor que aquellos dos cuerpos desprendían era acogedor y por supuesto, adormecedor.
Se abrió la puerta con ligero sonido de esas pelis de miedo en la que la típica rubia tonta abre la puerta que no tiene que abrir. Un escalofrió recorrió la espalda de Sophí.
-Todo está listo, señor.
-Muchas gracias. ¿Vamos, preciosa?
-Claro, cariño.
Bajaron de la limusina y entraron en la heladería, estaba completamente a oscuras. Menos porque estaba repleta de velas, y no había ningún empleado.
-Creo que hoy vamos a aprender a ser heladeros...
-Y también electricistas.
-Puede...Depende de cómo te guste a oscuras, o con la luz encendida.
Sophí enarcó una ceja y sonrió burlona.
-La cena tonta.
-Ya claro...
Fueron a la cocina donde había máquina de creppes, gofres y un enorme frigorífico lleno de helados.
Alex sacó un folio y un boli de apuntar pedidos y escribió:
Carta especial para S.
Primer plato : Gofre con sirope de chocolate, nata y dos fresas.
Segundo plato: Una creppe con dulce de leche.
Postre: Una enorme copa del helado que más le guste. 
Corazones adornaban ese papel. Después de escribirlo se lo dio a Sophí, ella sonrió al leerlo. Por dentro tenía mucho miedo a que todo esto fuera para dejarla, que en cualquier momento aparecería Cristal y su amor se iría con ella. Mientras Alex cocinaba sus creppes y gofres, ella por primera vez se fijó en lo preciosa que había quedado la cafetería así. Cada mesa tenía unas Catorce velas,  y en todas las sillas menos en dos (las suyas, suponía) una vela, después había algunos jazmines repartidos por cada mesa y por el suelo, y una especie de vaso alto-florero que tenía dos rosas azules. Realmente todo estaba perfecto, antes de que pudiera sentarse y terminar de peinarse de nuevo , él llegaba con dos gofres perfectos.
-Para la reina, y para mí.
-El rey.
-Eso espero.
-No me hagas sufrir más. Por favor.
-Te lo diré en el postre.
-¡Nooo! ¡Va, porfa!
-A cambio de algo.
-¿Favor sexual?
-No, tonta, a cambio de que me beses. Por si esto no resulta ser una buena noticia, y es la última vez que lo haces, quiero tener un buen recuerdo de tus labios.
-Dímelo ya, por favor.
Sus ojos la miraban con miedo, con terror. No quería perderla. El olor del gofre bañaba todo el restaurante, pero aun así el perfume de Sophí llegaba hasta su sentido del olfato.
La luz era tenue y la cálida sensación que daba el aire acondicionado acompañaba más a ser el momento perfecto.
-¿Te vienes a vivir conmigo? [. . .] A Nueva Zelanda.
-¿Qué? Cariño yo... Sí, claro que sí, mi vida.
-¿Sí?
-¡Sí!-Saltó ella de la silla y se lanzó a sus brazos, podría jurar que en sus ojos habían lágrimas.-¿Juntos? ¿En la misma casa?
-Por supuesto, bueno en el mismo hotel.
-¿Hotel? Ah, ya lo entiendo. Otra vez viviendo en suites...
-¿No te gusta?
-Me encanta, pero me gustaría más poder decorar una casa, poder elegir cual será el cuarto despacho o elegir el color de las cortinas.
-Poco a poco, allí podemos estar un tiempo... Y luego comprarnos una casa grande y bonita.
-No, yo quiero una pequeña y acogedora, las que tenemos aquí ya son enormes, quiero una casita normal... Pero preciosa, que se sienta en cada detalle el amor que sentimos el uno por el otro.
-Te quiero.
-¿De verdad?
-En realidad, no lo sé...Pero he querido decirlo, eso tiene que ser algo...¿No?
-No puedo pedirte que me quieras, porque no sería justo. Sé que ella, es "la chica" y no te voy a mentir, me está matando por dentro. Pero soy capaz de aguantar si tengo tan solo una puta posibilidad, con una mínima posibilidad doy la vida, cambio todo, doy el cielo, aré lo imposible.
-Joder Sophí... Debías haberte especializado en política. Das un miting y tienes al universo a tus pies.
-Yo solo quiero tener a ti, y no a mis pies, a la altura de mis labios para poder besarnos sin parar... No eres como los demás, no eres sexo, ni eres un complemento, eres Tú. Tú con mayúsculas y tú con énfasis. No hay otro.
-Cris...
Las caras de ambos cambiaron, y Sophí salió disparada hacia el baño.
-¡Sophí! ¡Lo siento!
Una equivocación así, podría romper una relación. Pero entre ellos dos, solo podía romper el corazón mal curado de Sophí.
-En parte me alegro de que me hayas confundido con ella...Eso es que empiezo a hacerte sentir como ella... Espero.
-Lo haces.
Sophí estaba apoyada en una esquina, bajando y resbalando poco a poco hacia el suelo. Miraba perdida, y sin dudarlo un momento Alex bajó hacia ella, la miró y le susurró con dulzura un te quiero.
La cogió de las manos, en cualquier otro momento a Sophí sentarse en ese suelo le hubiera dado un poco de miedo, los bichos siempre le han creado algo de fobia y mucho asco. La levantó suavemente y la atrajo a su torso. La besó primero en los labios y luego en la mejilla izquierda, y llegó a su oreja. También la besó. Poco a poco sus manos trazaban desde sus hombros suavemente hasta sus glúteos, sus cuerpos empezaban a ponerse más y más cálidos.
El calor de sus manos que poco a poco fueron abriendo la cremallera de pitillo ajustado y metiéndose entre su tanga de encaje, seguramente de seda. Le dio placer primero con sus dedos, y poco a poco se fueron desnudando. Dándose besos pasaron de los baños a la cocina, de la cocina al "comedor" de allí al almacén, la ropa interior voló y no buscaron donde estaba. Se tumbaron en el suelo de la cocina, y después se levantaron. No importaba la postura, daban rienda suelta a su imaginación, a cada una de esas fantasías. Los besos poco a poco fueron más y más abrasadores, la harina, los moldes volaron, y encima de la encimera terminaron de sucumbir su amor, o más bien su pasión con sentimientos indefinidos.
-¿Esto es un sí seguro?
-Esto es un sí para siempre.
-¿Sigues fumando?
-Lo dejé, ¿Por qué?
-Porque en estas ocasiones, se fuma, se come, o se duerme.
-Pues me apetecen gofres, y ¡Mi helado!

En otra parte del planeta aburrida pasando por todos los facebooks del universo, Ingrid bostezaba. Recordaba sus mini vacaciones, y también cómo había sucedido tan rápido. <¿Que curioso? Justo cuando se enamora de verdad aparece ella...> Pensaba, y recordaba películas en las que siempre la que parecía la victima era la mala, y se podía acabar la película y nadie darse cuenta... <¿Y si es así?> Esa pregunta gritaba esa voz en su cabeza. 

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