Capítulo 16 - Tengo que abrirte los ojos, aunque no te guste lo que puedas ver.

No podía estar pasándole, no ahora. Esto era algo así como una maldición. Pero a ella por qué. A ella acababa de sufrir un dolor inminente , y que se estaba enamorado cada vez más. Cogió las llaves de la moto, la mochila, y su casco blanco. Al sentarse sobre ella, recordó como había llegado ese vehículo a sus manos. Un regalo de notas. Cuando cumplió 15 años, sus padres ilusionados por sus notas bastante aceptables ( de 8 a 10), recordó también, el día en el que se la regalaron. Su padre escondió las llaves, con llavero incluido, por la casa. Llenaron la planta alta de su piso, de globos, confeti y girnaldas. Tardó una hora y media en encontrarla, con ayuda de su mejor amiga, Helena. No pudo evitar mirar con nostalgia el llavero, una ratita de hilo gris con un lazito rosa. Su padre decidió poner ese detalle, porque de pequeña le daba miedo el ratoncito Perez, y la llamaba la ratita presumida, porque esta sí le gustaba. Le encantaba picarla.
Una vibración hizo que saliera de sus pensamientos. Otro mensaje.
Me gusta mucho, de verdad. Espero que no te hayan molestado estos sms, ni el móvil nuevo. Contesta. 
Otra sonrisa, y seguidamente otro sentimiento de culpa. ¿Por qué no contestar? Alex y ella jamás habían hablado de relación, si no de amor en estado puro. ¿Y qué había de malo en responderle, insinuarle que mantenía una especie de relación con otra persona y no contárselo a Alex? Ella tenía derecho a sus secretos.
Hola Lucas. No me han molestado, pero ahora mismo estoy muy ocupada pensando en otros temas. 
Arrancó la moto y salió de allí. Necesitaba la velocidad. Siempre había usado la moto para lo mismo : Desaparecer. Aumentar al velocidad, que su pelo se ondulase como las banderas, que el frío del aire  humedeciera sus ojos. Sentirse completamente libre. 
Llegó. 
Aparcó y bajó de la moto. Caminó hasta su aula, intentando olvidarse de todo, y cambiar de tema en su propia cabeza. No lo consiguió. Allí estaban los alumnos, sentados, esperando a que llegara el profesor de cultura clásica. Después de mirar la hora en su reloj de pulsera, miró hacía la clase. Comprobó que su amiga estaba allí, ambas apresuraron el paso. Y se abrazaron. Se sonrieron. Le alegró tanto que alguien podría escucharla, juzgarla según su felicidad. Alguien a quien conocía tanto como si fueran hermanas de distinto ADN. Pero primero: Otro sms. 
Lo sé, espero que estés mejor. Puedes contar conmigo, a veces se necesita, ya sabes, a un buen amigo-desconocido. 
La cara de Cristal, fue sarcástica, y casi casi de fastidio.
 -¿Qué es eso de amigo desconocido? ¡Yo ni a mis amigos amigos les regalo un móvil! ¡Ni les mando sms con ese contenido! Exclamó Helena, dos segundos después de que Cristal dejara de hablar.

-Ya, bueno. ¿Y qué le contesto?

-¿Quieres contestarle?

-No, bueno sí. A ver, no lo conozco y si ha hecho esto ¿Qué más puede hacer? Prefiero decirle que...

Los ojos de su amiga, la escrutaban como ella había imaginado.

-¿Qué, que te estás tirando a otro? Vaya. Algunas tanto y otras tan poco.

-¡No, eso no! Quiero decirle que en el hoy por hoy de mi vida estoy enamorada y no de él, que quiero a Alex con todo mí

Corazón, pero... Pero me gusta un poco, muy poco.

-Pues tannnn enamorada no estarás, ¿No crees? Si eres capaz de pensar en algún otro como algo más, es que estás muy rayada. 

-Sí, cuando él está cerca, todo va bien, todo va genial, joder. Pero cuando no, me emparanoyó. Y si Sophia aparece y se va con ella... Lucas está muy cerca, vive aquí, seguramente no muy lejos. Sin embargo Alex...

-Pues quédate con Lucas, si tan decidido lo tienes, ¿Por qué me cuentas esto como un problema? Mandas a Alex a su casita con Sophia, y te quedas con Lucas...-Cristal sabía lo que pretendía Helena, ella lo había hecho muchas veces, quizás y solo quizás...Demasiadas.

-No. -Pues tan segura no estás entonces. -Interrumpió- Mira Cristal, ambas sabemos lo que pasa. Con Lucas lo ves más fácil,

Y siempre te gusta más  ir a lo seguro, a lo fácil .Y con Alex arriesgas todo, la relación, tu amor... En fin, a lo que llaman 'Todo' los enamorados. Mi consejo es sencillo: Espabila, te quiero y mucho, pero tienes que espabilar, nada va a venir en una bandeja de plata, y si te gusta, lo quieres, o te enamoras de él, arriésgate. Porque quizás ganas, si pierdes sobrevivirás.

-Gracias.- Una sonrisa efímera y preciosa asomó los labios de Cristal, y como si fuera una enfermedad se la contagió a

Helena.

-Eh, soy tu mejor amiga, tengo el deber de abrirte los ojos. Te guste o no lo que vayas a ver. Te quiero mucho nena, lo sabes.

-Te quiero.

Dicho esto, el profesor ya estaba escribiendo la fecha en la pizarra, burlándose de que algunos alumnos eran tan burros como para no saber cuáles son las formas correctas de escribir la fecha.

En otra parte de la ciudad.         

-No seas mala, por favor.

-Oye, está saliendo con mi chico... O algo parecido que no entiendo, pero en fin...-Hizo una mueca intentando hacer reír a Alex- ¿No crees que tengo derecho a hacerle un tercer grado?

Surgió esa risa, y llegó a carcajada. -No. - Alex estaba muy nervioso mucho, su mejor amiga de toda la vida, y su novia, o no novia, iban a conocerse. ¿Y si no se llevaban bien?

-Solo puedes decir cosas NORMALES, aunque no sepas lo que es eso.

-Jo, no me pidas cosas tan tan tan difíciles... - Espetó con voz de niña pequeña y haciendo pucheritos.

- Deja de hacer el tonto, que soy tu amiga, no tu madre...    -Confío en ti.

Alex recogió su americana azul añil, y las llaves de la habitación. Irene recogió el teléfono de la habitación, marcó el nueve. Recepción. Mandó traer la limusina. Aunque ambos habían sido  desde siempre de buena familia, por llamarlo así, les encantaban los pequeños detalles, y los grandes. Seguían viendo todo lo que podían hacer como un lujo. Y eso, los hacía mejores, diferentes a las personas típicas que hoy en día existen.

Estaba guapísimo, su americana, la camiseta blanca debajo, sus vaqueros oscuros, unas zapatillas de vestir, y el pelo poco peinado, pero encantador. Cualquier chica que lo viera se enamoraría de él al instante sin dudarlo un momento.

Bajó a recepción riéndose con Irene, recordando cuando eran un par de enanos y se perdieron por uno de los grandes hoteles de su padre. Parecían tan contentos, hasta que Alex olió un aroma... El coco.

Esa puñetera colonia de coco, había viajado por todo su apartamento, por todo su hotel, y ahora también a España. Sería otra mujer con esa colonia, es imposible que sea... ¡Sophia! 

Era ella, ese estilo tan... Especial. Esa colonia que nadie usaba ya, porque entre otras cosas era de colección y gastarlo era perder bastante dinero, y porque se metía en todas partes, hasta daba dolor de cabeza. Claro, que eso es cuando no estás enamorado, o enamorada de la persona que lo lleva. Irene debió darse cuenta de que algo malo pasaba porque miró hacía delante con preocupación. En seguida la reconoció, esa rubia con 3 maletas rosa oscuro, casi rojo. 

¡Se había cortado el pelo, y no solo las puntas! Lo tenía casi por encima del hombro, casi casi, pero no llegó a tanto. Como siempre, sexy, poniéndoselo con todas sus ganas, su ropa provocativa atraía todas las miradas del local. Lo único bueno en lo que contribuía Sophí, era en que Irene podía mirar más a las chicas, ya que se llevaba a todos los chicos.

-Písame. Por favor.

-Emm, vale. Pero no es un sueño, ¿Crees que sabrá que...

-Sí, si no no estaría aquí. Ella no trabaja por aquí, lo suyo es más China, o Rusia, lugares fríos. Como ella.

-Pues yo juraría que está demasiado caliente. Bueno, vale... ¿Y qué hacemos?

-Lo que he visto en las pelis no nos sirve, así que a lo pingüino de Madagascar, sonríe y saluda. 

-En fin, tú mandas. 

Intentaron pasar desprevenidos, y hubiera resultado si no hubiera sido porque el botones ofreció un mapa. 

-Me estoy dando cuenta que últimamente los mapas están cambiando mi vida radicalmente... 

-Mátame, libérame de esto, por favor. No la soporto. 

-Si hombre, ¿Y quien me mata a mí?

-Yo a besos tonto. 

-Hola, Sophí... ¿Qué haces en España? 

-Ya sabes, papá y sus negocios. 

-Veo que sigues siendo tú. -Le espetó Irene, ante ello, Sophí hizo un gesto de asco, y se apresuró en alejarse de ella. Había asimilado eso de chico más chico , incluso le resultaba algo "cool",pero eso de chica más chica... No le acababa de convencer.- Y sigues siendo tan rubia como siempre. 

-Lamento no sorprenderte. 

-Una niña de 4 años, ¿Con qué? ¿Con otra rabieta? No gracias, no lo necesito. 

-Ajá, lo que tú digas.- La cara de odio que Irene puso, cualquiera la podría imaginar.- Oye, Alex estás muy guapo, ¿Donde vas? 

-No es asunto tuyo, y aunque lo fuera, llegamos tarde. Es un com pro mi so. Para que lo entiendas, algo que tú no sabes sostener. 

-Oh, que ordinaria eres; siempre hablando de las cosas que tú no utilizas. 

-Alex vámonos antes de que me encargué de limpiar la basura del hotel. 

-Sí, vámonos. Adiós Sophia, espero verte [...] emm, bueno para ser sincero, espero no volver a verte.

Todo el mundo sabía como era Sophí. Solo tardó 10 minutos en sacar su modelito para ir de incognito, y llamar a un taxi, para que fuera detrás de sus amigos. Tardó menos el taxi, que la limusina y eso supuso un problema. Así que Sophí hizo lo que debía hacer:
-Escondase detrás de algún arbusto, y cuando esos dos se metan en la limusina les sigue. ¿Lo entiende?
-No demasiado.
-Pues por 100 euros, ¿Lo entiende mejor?
-Mucho mejor señorita.

Llegó la limusina, y Sophí fue detrás.