sábado, 24 de marzo de 2012

Capítulo 30 - Su lugar.

Allí estaba su nombre, en la pantallita parpadeando. Los días después de su "despedida" ella había soñado con ello muchas veces. Pero ¿Ahora qué le iba a decir? Lucas estaba a su lado, haciendo la ruta de las eses.
-Cariño, me llaman, vete por favor.
-Sí, si encuentro la puerta...
Cuando al fin cerró la puerta Cristal temblando cogió el teléfono. Apretó los labios muy fuerte para que nada más atender no se le escapase un te quiero, o peor aun, no se le escapara un hijo de la gran puta.
-¿Sí?
-Hola...Soy Alex.
-Lo sé.-Quería parecer borde, pero sus lágrimas ya estaban a punto de estallar en cataratas. Debía de contenerse, tenía que hacerlo.
-Te llamaba para decirte...-Un silencio preocupante comenzó y Cristal no pudo contenerse.
-¿Para decirme qué? ¿Que me quieres, o que la quieres a ella? ¿Que no sabes cómo has podido cambiar esos golpes inoportunos conmigo a grandes noches de placer con ella? ¿Que te aburres a las cuatro de la mañana, o que llamas para interrumpirme al hacer el amor con mi novio? ¿Para qué coño llamas, Alex?
-Yo... Joder, no es tan fácil Cristal.
-Pero sí lo fue,¿No? ¿Por qué no puedes desaparecer por completo? ¿Acaso te hice algo malo en la otra vida, te quité el color carne de la caja de los plastidecor, te desperté de la siesta? En serio, ¿Qué te he hecho yo?
-¿Vas borracha?
-¿A ti qué más te da?
-Ha sido un error llamarte.-Cristal estalló.
-Ahora vuelve a desaparecer, a hacer que esto no ha pasado. Que no sigues un poco enamorado de mí, o que no has jugado conmigo. -Entonces Alex estalló también.
-¿Qué? Perdona, te dejé porque no quería hacerte daño. Soy incapaz de jugar con dos mujeres, y ambas han despertado en mí cosas increíbles. ¿Qué hago Cristal? ¿Me quedo contigo? Olvido que la otra fue el primer amor de mi vida, y que me hizo la persona que soy. O olvido el verano tan perfecto que me has dado, que me has hecho más fuerte. No lo entiendes, porque quizás no entiendas nada. Eres una niña, no sabes nada.
-Alex, es noche buena, gracias por tu puto regalo, pero ahora mismo tengo que volver a mi fiesta.
-No, espera.
-¿Qué?
-Te he llamado para decirte que me voy... A Nueva Zelanda.
-Que bien, ¿Y a mí que me importa?
-No sé, pensé que debía decírtelo.
-¿Por qué? ¿Porque hace un par de meses era "il amore de la tua vida"? Qué va... Esas son cosas de crías. De niñas. [...]-El silencio fue más cómodo que incómodo.-No tienes ni idea, en un verano he viajado, perdido a mi padre, me he enamorado, me han dejado, me he desvestido delante de media Italia, me he emborrachado como nunca, he ligado con un chico italiano que terminó siendo mi amigo, también a muerto mi madre, me han roto el corazón, y luego ha llegado Lucas.
-¿Quién es Lucas?
-Mi novio.
-Tanto me querías y bien que te has buscado novio pronto, ¿No?
-¿Qué más da? ¿Crees que tienes derecho a los celos? Cuando me dejaste tú, me hiciste pedazos. Estoy rota, pero poco a poco me estoy recomponiendo, y date cuenta Alex, creo que yo, que yo ya no te necesito...
-¿Y por qué has cogido el móvil? Si no me necesitaras no lo hubieras cogido, no me hubieras soltado esto, ni hubieras sido capaz de pensar tanto borracha.
Cristal comenzó a marearse, y a pensar, que aunque no quisiera, él tenía razón. Todavía le quería, por supuesto que Lucas era increíblemente importante, pero Alex siempre sería Alex.
-Te quiero.-Continuó Alex.
-He leído algo, y me acuerdo de un poco. Pero en conclusión decía que , querer no es un sentimiento,es que queremos que algo nos pertenezca, es afán de capricho, que lo que queremos decir en realidad es "te amo" pero no nos atrevemos, porque es arrancar un trozo de ti, de tu piel y dársela a ese alguien que no te pertenece, que se puede ir en cualquier momento y dejar la herida abierta.
-Quizás tengas razón.
-Sí, y tú dejaste la herida abierta. Tú llamas desde la otra puta punta del mundo para decirme ¿Qué? , ¿Que me quieres? Eres un cobarde. ¿Está allí ella? No te está escuchando. Dices que eres incapaz, pues mira. Nos estás matando, a las dos. Ella tanto como yo merece algo mejor que tú. Porque eres escoria, me da pena. Me das pena.
-¿Me amas?
-Por desgracia.
-Cristal, yo nunca quise hacerte daño, de veras.
Alex se sentó en el sofá más cercano a la ventana y miró la luna, una frase conocida atravesó su mente. "Da igual lo lejos que estemos el uno del otro, siempre miraremos la misma luna." Pensó en decir esas palabras, esa canción. Pero no sería justo. Ella tenía razón, estaba con Sophí, pero amaba a Cristal. Al mismo tiempo estaba con Cristal y amaba a Sophí.
-Lo hiciste igual.
-¿Qué hago , Cristal? ¿Qué hago si te quiero, si te amo a morir? ¿Qué hago si aunque esté a tu lado su voz vuela en mi cabeza? ¿Qué hago si cuando estoy con ella, el recuerdo de tu mirada me atraviesa?
-No lo sé. Me odio tanto, por amarte, por sentir algo más que repugnancia. ¡Te odio!
-¡Y yo! Eres, joder, eres lo peor que me ha podido pasar, eres un puto meteorito en mi corazón.
-Eres tú quien ha llegado para destruirlo todo, ¿Sabes? Yo nunca te hice nada malo.
-¿Desde cuando conoces a Lucas?
-Desde que mi padre murió.
-¿Desde cuando tonteas con él?
-Desde que me dejaste.
-¿Seguro?
-No.
-Tú también jugaste.
-No, yo no pude evitar sentir atracción, sin embargo, intenté por todos los medios alejarme de él. -Las lágrimas de Cristal empezaron a ser exageradamente grandes y dolorosas.-Tengo que colgar, la fiesta tiene que terminar. Adiós.
-¿Todavía intentarías estar conmigo?
-No. Yo no me rebajaré a ser como ella. No lucharé perdiendo mi dignidad por alguien que se cree Dios para decidir entre ella y yo.
-Está bien. Adiós.
Cristal pataleó en el suelo, y minutos después Lucas apareció por la puerta.
-¿Cariño, estás bien?
-Bueno..
-Ya se me ha pasado la ... ¡Mi amor ¿Qué haces ahí tirada?!-Exclamó al abrir la puerta.-¿Quieres hablar conmigo?
-Sí.
-¿Quieres dejarme?
-¡Por supuesto que no!
-¿Qué ha pasado?
Cristal le mostró en la pantalla el nombre de las llamadas, y los más de 15 minutos que llevaba hablando con él.
-Oh, Dios. Lo mataría.
Lucas abrazó fuertemente a Cristal, y ella lloró durante más de media hora. Aunque estaba fatal, acariciaba la espalda de Lucas sin parar, siempre le encantó. Era grande, y no exageradamente musculosa. Se miraban y abrazaban, él la besaba en la frente, en la mejilla. Pero no en los labios, no quería besarla en los labios. Sabía que no era el momento oportuno. Si Cristal necesitaba un amigo en él, lo tendría. Aunque lo matara por dentro que estuviera llorando por él.
La fiesta terminó. Y Cristal se fue a dormir con Lucas en su cuarto. Mientras Helena salía de la habitación libre con Isaac, con una sonrisa en la cara. Entró en la habitación de Cristal, Lucas estaba con sus boxer.
Y observó por un instante que Cristal miraba a Lucas con ansia, y salió corriendo de la casa riendo sin parar.
Y era cierto, Cristal miraba los labios de Lucas tan dulces, tan rosa palo, luego sus abdominales que parecían esculpidos a mano, su gran pecho sin un solo pelo, su amplia espalda, su perfecto, pequeño, redondo, trasero. Sus piernas. Y como no, su... Amigo. Su gran amigo.
Después de desahogarse ella se había quedado tranquila, como en una nube, y tener esos pensamientos la ruborizó.
Él se puso mirando al techo, y ella se apoyó en su pecho, y durmieron, soñaron y por fin, ella se sentía protegida, con quien necesitaba. No con quien quería.

6 meses después.
Nada había cambiado a peor, Lucas y Cristal estaban más enamorados que nunca, discutían de vez en cuando, pero nada importante. Isaac estaba de viaje con Helena en Torre Vieja, para celebrar sus seis primeros meses juntos, que habían costado de aguantar.
Cada día Cristal llamaba a Helena y hablaban una hora de media. Helena estaba cada vez más sorprendida de la suerte que había tenido, ¿Era Isaac el chico de sus sueños? Probablemente sí, pero algo dentro de ella le decía que no fuera tan rápido, que intentara no enamorarse. Pero, como era evidente, llegaba tarde, muy tarde.
Cristal no había recibido ninguna nueva llamada de Alex, y la verdad, poco a poco le empezaba a dar igual. Sus estudios iban bien, y había conseguido convencer a Lucas de que al menos de prueba viniera a vivir a su casa, "No quiero estar sola en una casa grande... ¿Y si entra un ladrón?" le decía para convencerlo. La casa había sido remodelada, e incluso el color de las paredes era diferente. La única habitación que no tocaron fue la de los padres de Cristal, ella pensó que así lo hubieran querido.
Por el contrario Lucas recibió un bastante generosa suma de dinero, y la había guardado. Se prometió a sí mismo que no aceptaría más dinero, que ya no lo necesitaba, en su trabajo iba cada vez mejor, y en el fondo, sabía que Sophí ya estaría encantada de la vida.
Sophí en Nueva Zelanda se había convertido en un icono elitista de la moda, una compañía de modelos la había visto pasear día tras días por un par de calles, y su estilo les pareció innegable. Así que , la contrataron, la realidad es que aunque no necesitara el dinero comenzaba a aburrirse como una ostra.
Alex, que como siempre iba al contrario del mundo, cada vez echaba más de menos a Cristal, a su pequeña forma de arrugar la nariz al reírse, a tantos detalles, que por mucho que intentara autoconvencerse Sophí no podría darle jamás.
Nadie lo sabía pero Alex guardaba en su cartera una pequeña foto de los dos juntos, una tarde que Cristal y él habían ido a un centro comercial juntos. La foto estaba algo arrugada, y desgastada por todas las caricias que él superponía a ella. En ésta aparecían riendo sin parar, felices. "Feliz, como nunca he sido..." Musitó Alex entre dientes, imaginando, con lágrimas en los ojos, aquella tarde, llena de risas, de persecuciones, de verdaderos e indudables te amo. Sabía que  Sophí era excepcional, y que cuando se acercara a Cristal, y la sintiera cerca de él, una parte estaría con Sophí, que al fin y al cabo, realmente la quería. Pero Alex no paraba de preguntarse una y otra vez <<¿Se puede amar a dos personas a la vez?>>. Esa pregunta había caído como una losa sobre su espalda, que aunque fornida, llevaba la carga con muy poca resistencia. Varias noches se había dedicado a pensar en que un suicidio acabaría con todo. Porque de una vez por todas dejaría de luchar contra su corazón, contra su cabeza, contra lo que tenía que hacer, y lo que debía. Pero incluso él, se había recriminado cobardía por no haber logrado la hazaña. Y días mejores, se había visto como un fatalista, su vida como estaba, estaba genial, pero entonces, la mínima cosa, le recordaba a Cristal.
-El amor no es cosa de tres.-Le decía un amigo, al que sin saber cómo, había decidido revelarle toda la historia.
Por otra parte, a Lucas le quedaba una semana para cumplir sus 22 veranos , y Cristal quería hacerle algo grande, algo que recordara para siempre. Porque aunque por su mente también rondaba Alex, ella estaba enamorada de Lucas. Lo tenía claro, o eso creía.
Esa tarde, por casualidades del destino,  Lucas trabajaba, y ella tenía tiempo para hacer algo grande. Había pensado en ir un fin de semana a un Spa, o algo por el estilo. Pero después de todos los sacrificios, y todo lo que Lucas le había demostrado esos 6 meses le pareció poco. De pronto su diabólica cabecita se iluminó.  El cumpleaños de Lucas caía en vacaciones, al menos para ellos, y ella podía vivir sin trabajar varios años, pero aun así, buscaba un trabajo solo para practicar. Hasta que acabara la carrera por lo menos. Por lo tanto el dinero de sus padres apenas lo había tocado. Un viaje, un viaje muy largo, a un lugar precioso. Y desde ese momento, en el que ellos estuvieran allí, su lugar. 
De repente la pantalla del móvil se iluminó, ella la miró con recelo, y miró el nombre que aparecía en la pantalla. Fabio. 
En otro lugar del mundo.El tiempo había pasado tan ligero y rápido que apenas podían decir que había pasado tantos momentos, pero así era.
-Hola, ¿La señorita Sophí?
-Sí, soy yo. ¿Quién es?
-Soy Michel.
-Lo siento, no sé quién es... ¿Le conozco?
-Usted a mí no, pero yo sé hasta con cuantos años le bajó por primera vez la regla.
-¿Perdone?
-Soy un hacker y alguien me ha pedido que le investigue, tengo una información muy valiosa, y antes de enviárselo a la persona a la que hago el trabajito he pensado en que me haría una oferta generosa, en ese caso, por supuesto, yo evitaría dar todo esto a otra persona.
-¿Puedo saber quién es esa persona?
-No.
-¿Qué sabe?
-Todo.
-¿Cuánto quiere?
-Dos cientos mil.
-¿Qué? [...] Está bien... ¿Cómo puedo dárselo?
-Mande un cheque a la dirección que le daré a continuación.
Sophí apuntó algo en un papel, colgó y fue corriendo a vestirse. Iría al banco, sacaría el dinero y lo enviaría. <Alguien quiere investigarme ¿Por qué? ¿Lucas? No, nadie lo sabe...> Sonaba en su cabeza mientras sus tacones resonaban contra el suelo de forma continua.

1 comentario:

  1. Me encanta como escribes, de parte de tu fan.
    PD: Espero el siguiente *_*

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