jueves, 20 de octubre de 2011

Capítulo Catorce - Borró de sus mejillas esas gotitas que habían llovido del cielo de su mirada.

Él siempre lo supo, de sus labios solo salían sonrisas. Miraba a Cristal de una manera distinta, a la que cualquier chico antes la había mirado. Para ligar normalmente miraba siempre a los ojos, y solo , dos veces contadas barría el cuerpo de aquella chica. A ella la miraba a los ojos, a los labios... Miraba su alma, su corazón. Ella contaba los segundos que le miraba, moviendo muy muy poco sus labios, "1, 2 , 3 , 4, 5... " los contaba porque por alguna razón quería recordar cuanto tiempo seguido se podía pasar en el paraíso. ¿Dónde le iba a llevar?  En valencia no hay nada que ella no conociera, que ella pensara que desconocía. Nada.
Y ¡Tachán! Nuestro romántico vuelve a sorprendernos con algo que quizás sorprenda a pocos... Una sorpresa. Cuando crees haberlo visto todo, en una cita quiero decir, viene un chico, uno que parece uno cualquiera y te deja de piedra. Delante de ellos estaba el puerto, y un camino de rosas hasta dos motos acuáticas, con un cartel en el que ponías sus respectivos nombres, y en los carteles un mapa, hasta un supuesto punto de descanso.
Bien, la aventura iba a empezar.
Primero Alex se sentó en una, y le hizo un gesto para que Cristal se sentara en la otra. Una vez montados quitaron los carteles, y cogieron cada uno su mapa.
-Bueno, no es precisamente el tesoro de un pirata, pero aun así vale la pena intentar encontrar el punto de encuentro, ¿No?
-Lo haré mucho antes que tú. -Un acelerón, y Cristal salió del puerto volando, conducía la moto acuática como si.- Aunque es evidente, soy mujer. Sobran las palabras, ¿No?
-Oh, osas meterte conmigo... Muy bien, tú sufrirás las consecuencias. Te recuerdo que sé donde tienes cosquillas y como hacerlas para que no puedas parar de reír durante 3 horas enteras.
-No podrás si no me coges.-Y otro acelerón por parte Alex, que adelantó a la moto de Cristal.
De repente, como de la nada, después de una discusión tan extraña, de una ruptura tan dolorosa y cortante, ahí estaban. Alex había volado miles de kilómetros por verla, y ella había dejado, por primera vez, a su padre solo en esas semanas. El pelo de Cristal volaba loco y juguetón, y su perfume flotaba cerca de Alex, aun en alta mar, conseguía distinguirlo. Una media hora después, divisaron algo a lo lejos, habían encontrado el "tesoro". Era una barca grande, de material casi transparente, con una mesa adornada con velas, y orquídeas, con millones de pequeños detalles tan grandes como su alegría. En la mesa habían pastelitos de colores, de esos típicos que te entra hambre cada vez que los ves, y una amplia variedad de líquidos para desayunar o merendar. Habías más dulces, muchos más, pero se enamoró de esos muffis de muchos colores y de muchos sabores diferentes.

En otra parte a menos de media hora:
Una lágrima de sangre cae de sus ojos, los médicos están asustados... Ha sobrevivido a la operación, pero no saben si sobrevivirá al post-operatorio... Está en un estado realmente crítico. Nadie le ve futuro, tienen que llamar a la madre de Cristal, Carmen, o a Cristal. Pero ninguna de las dos se lo coge, están preocupados y no saben como va a reaccionar. Pi-pi-pi-pi-piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii ...
Ya sabían como había reaccionado, se marchó. Se fue lejos, en su cara quedó el surco de la lágrima de sangre. Adiós.

Después de comer, en esa especie de barquito se abrazaron, se hicieron fotos con la cámara Nikon de Alex, y miraron al cielo durante un rato. Intentaron jugar a encontrarle forma a las nubes, pero todas parecían nubes... Se dedicaron a observar cada uno la pupila del otro, y a mantenerse la mirada hasta que no podían evitar sonreír. De repente, Cristal se da cuenta de que está anocheciendo, y recuerda que no puede irse a dormir sin darle un beso a su padre y hablar con él de como le ha ido el día.
-Cariño, vamos al hospital, quiero darle las buenas noches a papá... Es que, bueno, quiero hacerlo, y lo he hecho estas semanas, no puedo fallarle.
-Claro, mi vida.
Llegando encendió el móvil, sonó la politonía que tenía para los sms (la típica de los Nokia) , y recibió los mensajes del hospital... La ventana del coche estaba abierta, vio que estaban llegando a la puerta pero todavía debían encontrar aparcamiento. No lo pensó. Era su padre, ¿Por quien más se podía dar la vida que por alguien que te dio la tuya? Y abrió la puerta, salió en marcha, cayó. El coche paró unos metros adelante, bajó Alex y corrió hacia ella. Ella se levantó, olvidó el dolor, y corrió... Su pulso era frenético, no sabía ni si lo que pisaba era , suelo, pies de personas ajenas, o agua... Le daba igual no iba a dejar que su padre muriera y que ella no le diera un adiós. No le importaba que él no pudiera escucharlo.
Alex en vez de hacer preguntas absurdas que sabía que Cristal no iba a responder, intentaba cogerla. Porque aunque pareciera una muñequita sofisticada, engañaba, la velocidad que había cogido con los tacones y una posible raspadura en la pierna era realmente admirables.
Según entró, todas las miradas se depositaron en ella en su gran carrera, llegó a la habitación de su padre, no estaba. Fue a recepción, no esperó, no podía esperar.
-¡Y mi padre! ¿¡Donde está!? He recibido este mensaje, ¿Dónde coño está mi padre? ¡Por favor que sea una broma, por favor... ! - Un silencio que rompió con ese momento, porque a Cristal se le quebró la voz.- ¡Alguien me va a decir algo! ¿O voy a tener que entrar de quirofano en quirofano para encontrarlo, eh?
Sus gritos se escuchaban ahogados, su llanto no era más que una sensación de dolor real. Sentía que de un momento a otro, se iba a encarnizar de verdad, más de lo que ya estaba, y entonces todos los médicos irian tras ella, pero no solo médicos. También policías.
-Señorita por favor relájese, y siéntese.
-¡No! Quiero verlo, pido verlo. Juro que si no me dicen donde está, soy capaz de todo. Que puedo llegar a ser peor de lo que nadie se piensa.
-Hace unas horas su padre ha fallecido, señorita, intentamos localizarla pero su móvil permanecía apagado.
Cristal intentó decir algo, intentar transmitir algo de ese dolor al exterior, pero se sentía en una de esas pesadillas en las que el monstruo te tiene y no te deja gritar, no deja que te escapes, no puedes correr para huir del tigre. Porque el tigre es real, y no se irá cuando abras los ojos.
Otro mensaje, y en ese momento, entró Alex...
En el sms decía :
Puede que ahora todo sea un vórtice negro en el que algo te atraiga a caer, pero recuerda que también existen las escaleras, las cuerdas, y las manos que te ayudarán a levantarte.
Y otra vez de desconocido, estaba claro, ¿No? Lucas lo sabía, y le estaba intentando animar...
Alex lo comprendió con una sola mirada, se acercó, se puso a su lado :
-¿Puedo abrazarte?
-No sé como has podido dudar... Lo necesito.
-Te quiero ¿Vale? No voy a dejarte sola, estoy aquí princesa.
Se besaron tiernamente, y Alex borró de sus mejillas esas gotitas que habían llovido del cielo de su mirada.
Cuando miró a los ojos a Alex profundamente, muy adentro, ajena a la muerte de su padre, cogió su móvil y   lo lanzó lejos de ella. No quería saber nada de ningún otro, le amaba, de verdad. 

1 comentario:

  1. Gor que triste :(
    Menos mal que luego esto ya pasa.. jaja (L) me encanta todo :)

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