5 de la tarde, lejos de italia, lejos de todas partes... Lejos del suelo:
Alex estaba con una resaca con la que apenas podía abrir los ojos... Sentía un horrible reproche de sus tripas, y un martilleo constante en su cabeza. Era casi, casi una tortura. Aunque no se podía quejar, estaba al lado de Ingrid. Y sabía que aprovecharía cualquier escusa para burlarse de él... Él también lo haría, por eso lo sabe. Eran casi iguales, y eso había conllevado muchas peleas, pero también muchas reconciliciaones dignas de ser escritas en el libro de " la amistad es un tesoro". De hecho por ese libro se autollamaban piratas. Porque buscaron ese tesoro hasta que se encontraron. Era una relación de amistad que muchos podrían envidiar, incluso hermanos.Estaba callado, pero por dentro tenía unas ganas de gritar... No sabía ni el qué, y creo que nunca lo supo, pero era una fuerza sobre natural. Miró a Ingrid, ella venía porque le pillaba de paso... Tenía que ir a Francia a firmar unos negocios, pero tenía unos días anteriores de vacaciones, y ¿Qué mejor que ir a buscar a la enamorada de tu mejor amigo, explicar bien las cosas, y luego ligarse a una españolita? Pues según ella, y por extraño que parezca, nada. El viaje se hacía largo, inmenso. Ingrid sacó el apple, y empezó a escribir, palabras sueltas. Relación, locura, ¿coincidencias?, AMOR. Esta última la escribió en mayúsculas. Ingrid había tenido muchos líos, pero nunca se había enamorado. Al menos no por ahora. Había descubierto su sexualidad en la pubertad, y eso la había marginado de muchas gente retrógrada. Sin embargo, Alex se acercó más a ella, la arropó de cariño, de amistad, de todo lo que ella merecía en un amigo. Eso los hizo inseparables.
Horas más tarde, temblando, de frío o de calor. Quien sabe. Llorando, como de costumbre:
-Helena, joder... ¿Qué me pasa?-Tragó saliva.-Le quiero lo sé, pero... No puedo con todo esto.Estoy destrozada, de verdad.
-No te puedo decir más de lo que ves con tus ojos, la has cagado con Alex... Pero si estás con Alex con Lucas rondando por el hospital... Vas a alucinar, eso sí va a ser dolor de verdad. Solo puedes con uno. Elige.-Helena dejó clara la verdad, pero se la dijo con dulzura, con intento de abrirle los ojos, respiró hondo. Continuó.-Yo no quiero que estés mal, solo quiero que sepas que hagas lo que hagas digas lo que digas. Aquí estoy. Por tu padre, por los chicos o lo que sea. ¿Vale? Pero la verdad es la verdad, afronta con todo.
-No puedo...
-Sí puedes. ¡Como me decías tú, píntate los labios de rojo que te vas comer el mundo, y vas a dejar huella!
-Gracias. Me voy , te quiero.
-Te quiero mucho, y ya lo sabes eh...La mínima cosa, cualquiera.
-Sí, gracias.
Cogió el móvil, lo acarició viendo fotos con Alex, sonriendo. Impactando siempre con esa mirada tan penetrante, que ... Bff, un escalofrío. Se sentía tan bien y mal al mismo tiempo cuando miraba sus fotos.
Recordaba que volaban fuera, que llegaban al espacio y sobre una estrella se besaban. Sabía que jamás olvidaría, cuando en mitad de la noche se despertaba, se giraba y le veía. No lo despertaba, tan solo lo veía dormir... Respirar, inspirar y expirar. Con sus parpados cerrados, sus largas pestañas, su expresión de que en cualquier momento iba a sonreír... Pff, y otro escalofrío más.
También se daba cuenta de cuando más le amaba es cuando lo veía durmiendo, porque lo veía tan frágil, tan vulnerable, como en una nube de cristal mullido. Podría acabarse el mundo, él no se iba a inmutar. No se olvidaba de cuando le tocaba, la cintura, paseaba sus dedos por el lado izquierdo de la espalda dibujando la silueta de un corazón. De su corazón. Desde luego sus noches no pasaban desapercibidas, pero sus días eran realmente intensos... De un lado para otro, caprichos por todos lados que ella intentaba evitar de todas las maneras posibles, risas, gritos, locura amorosa en estado puro. Esta vez, no puedo evitar sonreír nostálgica. No hacía tanto que lo veía... Pero se le había hecho eterno. Estas vacaciones habían cambiado el rumbo de su vida tan drásticamente que apenas había hablado con sus amigas, tan solo con Helena. No recordaba su yo anterior. Se daba cuenta al mirarse al espejo que creaba el móvil cuando no era usado... Había crecido. Muy poquito, apenas. Pero lo había hecho.
Decidido. Completamente decidido, no iba a huir de los problemas. Era mayor ya, y tanto ella como Alex se merecían el uno al otro. Y no estar con él, no iba a mejorar nada...
Primer pitido, segundo, y después un tercero. El contestador.
Cuelga, realmente de mala leche... Pero ¿Qué va ha hacer? Ella tampoco se lo había cogido, y cuando se lo cogió se comportó verdaderamente mal... Pero tenía que explotar, esperaba que él lo entendiera...Aunque lo dudaba...
Siguió pensando en él, con mucha fuerza, intentando provocar un sueño en el que salieran los dos... Juntos.
Alex, sonreía.... Sí, y lo hacía de verdad:
-Vale, quiero un cofre con 100.000 monedas de 1 céntimo, que el cofre sea azul claro, lo quiero para ya. Y una limusina blanca, dos habitaciones de hotel diferentes y para una sola persona.
-Claro, señor Coreli, será un placer. Pero me temo que el cofre estará listo para mañana, por la mañana. La limusina irá a por ustedes en unos 15 minutos y las habitaciones ya están reservadas.
-Muchas gracias.
Colgó el móvil, se lo guardó en el bolsillo de su chaqueta derecha. Y miró a Ingrid, que la miraba simulando cara de embobada enamorada. Se río a carcajadas, y Alex se molestó durante un nano segundo. Pero se dio cuenta, era una broma... Como siempre.
-Hay tontin, que estás enamoradito perdido. Yo te he traído hasta aquí, y no te lo he ocultado. Así que no me ocultes el plan A.
-No te lo oculto, voy a re enamorarla, por si ya no me ama lo suficiente para mirarme como antes. Y no es el plan A, por dos razones, la primera, no hay plan B. La segunda, funcionará. Espero.
Dicho esto, las burlas infantiles y risas de Ingrid no pasaron desapercibidos los 10 minutos que esperaron. Al final también se unió Alex, rojo como un tomate.
A las 11 de la mañana del día siguiente :
-Mami, hoy también me he quedado dormida aquí... Mañana iré a dormir a casa supongo.
-Está bien. ¿Vendrás a comer hoy? Si quieres pásate por aquí en un ratito y te doy un taper..
-Lo haré, gracias. Te quiero.
Fue al baño a asearse, y cuando salió, lo vio.
Se quedo algo perpleja... Un cofre. ¿Quién lo había llevado allí? Se asomó por la puerta de la habitación, nada ni nadie. Abrió el cofre, con una amplia sonrisa... Al abrirla sonrió mucho mucho más. Monedas de 1 céntimo, no podía ser nadie más. Una carta estaba pegada en la parte de adentro de la tapa.
Y decía :
Buon giorno, bella pricipessa:
Como habrás comprobado esto es de ese tonto victimista. Y sé que debería tomarme esto más enserio... Pero solo intento ver esa sonrisa que inundaba mis días de luz , de calor, de vida. Perdóname por todo aquello que habré hecho mal sin querer, ahora tienes 100.000 monedas de un céntimo para poder pedir deseos. Y aunque suene egoísta, espero que por lo menos uno, tenga que ver con volver a verme a 1 milímetro de tus labios. Los demás puedes emplearlos en todo lo que desees (literalmente). Quiero que sepas que yo que hasta ayer solo fui un holgazán, y hoy soy el guardan de tus sueños de amor, te quiero a morir.Podéis destrozar todo aquellos que veis, porque tú en un soplo lo vuelves a crear. Como si nada, como si nada. Te quiero a morir.
Si tú también me quieres un poquito, no digo mucho eh, solo un poquito, por favor corre hacía la cafetería. Aunque debo admitir, que si me quieres buscar solo debes mirarte al espejo, porque tus ojos robaron mi alma, el día que te fuiste, tus labios mi esencia, y tu sonrisa mi vida.
Corrió, vaya si corrió. Con tacones, con lágrimas en los ojos, con una de esas sonrisas diferentes y especiales... Cuando llegó a la cafetería, no había nadie... Ni una enfermera, ni la camarera... Ni él.
Y por el rabillo del ojo vio una luz, una vela... Encima de una, sí, de una tarta.
En ella había un mensaje con glaseado : Tú eres lo más dulce, bella.
Demasiado típico para que fuera lo último en esta especie de gincana.Se sentó frente a la tarta, y buscó algo... Cualquier detalle, cualquier señal. Cuando ya no quedaba casi ni esperanza, y se iba a comer la tarta, cogió el tenedor. Y el cuchillo, más bien lo que ella pensaba que era el cuchillo. Era una llave, una llave con algo grabado. Until the end of the wordl. Por el lado A de la llave y por el B: un papelito pegado de forma que si veías la llave, del lado A no se notaba ningún papel. Lo sacó lo leyó en voz alta.
-No me había dado cuenta de que en la puerta del hospital hubiera una Orquídea, la estoy acompañando. No quiero dejarla sola. ¿Cuántos más mejor, no?
Alex estaba con una resaca con la que apenas podía abrir los ojos... Sentía un horrible reproche de sus tripas, y un martilleo constante en su cabeza. Era casi, casi una tortura. Aunque no se podía quejar, estaba al lado de Ingrid. Y sabía que aprovecharía cualquier escusa para burlarse de él... Él también lo haría, por eso lo sabe. Eran casi iguales, y eso había conllevado muchas peleas, pero también muchas reconciliciaones dignas de ser escritas en el libro de " la amistad es un tesoro". De hecho por ese libro se autollamaban piratas. Porque buscaron ese tesoro hasta que se encontraron. Era una relación de amistad que muchos podrían envidiar, incluso hermanos.Estaba callado, pero por dentro tenía unas ganas de gritar... No sabía ni el qué, y creo que nunca lo supo, pero era una fuerza sobre natural. Miró a Ingrid, ella venía porque le pillaba de paso... Tenía que ir a Francia a firmar unos negocios, pero tenía unos días anteriores de vacaciones, y ¿Qué mejor que ir a buscar a la enamorada de tu mejor amigo, explicar bien las cosas, y luego ligarse a una españolita? Pues según ella, y por extraño que parezca, nada. El viaje se hacía largo, inmenso. Ingrid sacó el apple, y empezó a escribir, palabras sueltas. Relación, locura, ¿coincidencias?, AMOR. Esta última la escribió en mayúsculas. Ingrid había tenido muchos líos, pero nunca se había enamorado. Al menos no por ahora. Había descubierto su sexualidad en la pubertad, y eso la había marginado de muchas gente retrógrada. Sin embargo, Alex se acercó más a ella, la arropó de cariño, de amistad, de todo lo que ella merecía en un amigo. Eso los hizo inseparables.
Horas más tarde, temblando, de frío o de calor. Quien sabe. Llorando, como de costumbre:
-Helena, joder... ¿Qué me pasa?-Tragó saliva.-Le quiero lo sé, pero... No puedo con todo esto.Estoy destrozada, de verdad.
-No te puedo decir más de lo que ves con tus ojos, la has cagado con Alex... Pero si estás con Alex con Lucas rondando por el hospital... Vas a alucinar, eso sí va a ser dolor de verdad. Solo puedes con uno. Elige.-Helena dejó clara la verdad, pero se la dijo con dulzura, con intento de abrirle los ojos, respiró hondo. Continuó.-Yo no quiero que estés mal, solo quiero que sepas que hagas lo que hagas digas lo que digas. Aquí estoy. Por tu padre, por los chicos o lo que sea. ¿Vale? Pero la verdad es la verdad, afronta con todo.
-No puedo...
-Sí puedes. ¡Como me decías tú, píntate los labios de rojo que te vas comer el mundo, y vas a dejar huella!
-Gracias. Me voy , te quiero.
-Te quiero mucho, y ya lo sabes eh...La mínima cosa, cualquiera.
-Sí, gracias.
Cogió el móvil, lo acarició viendo fotos con Alex, sonriendo. Impactando siempre con esa mirada tan penetrante, que ... Bff, un escalofrío. Se sentía tan bien y mal al mismo tiempo cuando miraba sus fotos.
Recordaba que volaban fuera, que llegaban al espacio y sobre una estrella se besaban. Sabía que jamás olvidaría, cuando en mitad de la noche se despertaba, se giraba y le veía. No lo despertaba, tan solo lo veía dormir... Respirar, inspirar y expirar. Con sus parpados cerrados, sus largas pestañas, su expresión de que en cualquier momento iba a sonreír... Pff, y otro escalofrío más.
También se daba cuenta de cuando más le amaba es cuando lo veía durmiendo, porque lo veía tan frágil, tan vulnerable, como en una nube de cristal mullido. Podría acabarse el mundo, él no se iba a inmutar. No se olvidaba de cuando le tocaba, la cintura, paseaba sus dedos por el lado izquierdo de la espalda dibujando la silueta de un corazón. De su corazón. Desde luego sus noches no pasaban desapercibidas, pero sus días eran realmente intensos... De un lado para otro, caprichos por todos lados que ella intentaba evitar de todas las maneras posibles, risas, gritos, locura amorosa en estado puro. Esta vez, no puedo evitar sonreír nostálgica. No hacía tanto que lo veía... Pero se le había hecho eterno. Estas vacaciones habían cambiado el rumbo de su vida tan drásticamente que apenas había hablado con sus amigas, tan solo con Helena. No recordaba su yo anterior. Se daba cuenta al mirarse al espejo que creaba el móvil cuando no era usado... Había crecido. Muy poquito, apenas. Pero lo había hecho.
Decidido. Completamente decidido, no iba a huir de los problemas. Era mayor ya, y tanto ella como Alex se merecían el uno al otro. Y no estar con él, no iba a mejorar nada...
Primer pitido, segundo, y después un tercero. El contestador.
Cuelga, realmente de mala leche... Pero ¿Qué va ha hacer? Ella tampoco se lo había cogido, y cuando se lo cogió se comportó verdaderamente mal... Pero tenía que explotar, esperaba que él lo entendiera...Aunque lo dudaba...
Siguió pensando en él, con mucha fuerza, intentando provocar un sueño en el que salieran los dos... Juntos.
Alex, sonreía.... Sí, y lo hacía de verdad:
-Vale, quiero un cofre con 100.000 monedas de 1 céntimo, que el cofre sea azul claro, lo quiero para ya. Y una limusina blanca, dos habitaciones de hotel diferentes y para una sola persona.
-Claro, señor Coreli, será un placer. Pero me temo que el cofre estará listo para mañana, por la mañana. La limusina irá a por ustedes en unos 15 minutos y las habitaciones ya están reservadas.
-Muchas gracias.
Colgó el móvil, se lo guardó en el bolsillo de su chaqueta derecha. Y miró a Ingrid, que la miraba simulando cara de embobada enamorada. Se río a carcajadas, y Alex se molestó durante un nano segundo. Pero se dio cuenta, era una broma... Como siempre.
-Hay tontin, que estás enamoradito perdido. Yo te he traído hasta aquí, y no te lo he ocultado. Así que no me ocultes el plan A.
-No te lo oculto, voy a re enamorarla, por si ya no me ama lo suficiente para mirarme como antes. Y no es el plan A, por dos razones, la primera, no hay plan B. La segunda, funcionará. Espero.
Dicho esto, las burlas infantiles y risas de Ingrid no pasaron desapercibidos los 10 minutos que esperaron. Al final también se unió Alex, rojo como un tomate.
A las 11 de la mañana del día siguiente :
-Mami, hoy también me he quedado dormida aquí... Mañana iré a dormir a casa supongo.
-Está bien. ¿Vendrás a comer hoy? Si quieres pásate por aquí en un ratito y te doy un taper..
-Lo haré, gracias. Te quiero.
Fue al baño a asearse, y cuando salió, lo vio.
Se quedo algo perpleja... Un cofre. ¿Quién lo había llevado allí? Se asomó por la puerta de la habitación, nada ni nadie. Abrió el cofre, con una amplia sonrisa... Al abrirla sonrió mucho mucho más. Monedas de 1 céntimo, no podía ser nadie más. Una carta estaba pegada en la parte de adentro de la tapa.
Y decía :
Buon giorno, bella pricipessa:
Como habrás comprobado esto es de ese tonto victimista. Y sé que debería tomarme esto más enserio... Pero solo intento ver esa sonrisa que inundaba mis días de luz , de calor, de vida. Perdóname por todo aquello que habré hecho mal sin querer, ahora tienes 100.000 monedas de un céntimo para poder pedir deseos. Y aunque suene egoísta, espero que por lo menos uno, tenga que ver con volver a verme a 1 milímetro de tus labios. Los demás puedes emplearlos en todo lo que desees (literalmente). Quiero que sepas que yo que hasta ayer solo fui un holgazán, y hoy soy el guardan de tus sueños de amor, te quiero a morir.Podéis destrozar todo aquellos que veis, porque tú en un soplo lo vuelves a crear. Como si nada, como si nada. Te quiero a morir.
Si tú también me quieres un poquito, no digo mucho eh, solo un poquito, por favor corre hacía la cafetería. Aunque debo admitir, que si me quieres buscar solo debes mirarte al espejo, porque tus ojos robaron mi alma, el día que te fuiste, tus labios mi esencia, y tu sonrisa mi vida.
Corrió, vaya si corrió. Con tacones, con lágrimas en los ojos, con una de esas sonrisas diferentes y especiales... Cuando llegó a la cafetería, no había nadie... Ni una enfermera, ni la camarera... Ni él.
Y por el rabillo del ojo vio una luz, una vela... Encima de una, sí, de una tarta.
En ella había un mensaje con glaseado : Tú eres lo más dulce, bella.
Demasiado típico para que fuera lo último en esta especie de gincana.Se sentó frente a la tarta, y buscó algo... Cualquier detalle, cualquier señal. Cuando ya no quedaba casi ni esperanza, y se iba a comer la tarta, cogió el tenedor. Y el cuchillo, más bien lo que ella pensaba que era el cuchillo. Era una llave, una llave con algo grabado. Until the end of the wordl. Por el lado A de la llave y por el B: un papelito pegado de forma que si veías la llave, del lado A no se notaba ningún papel. Lo sacó lo leyó en voz alta.
-No me había dado cuenta de que en la puerta del hospital hubiera una Orquídea, la estoy acompañando. No quiero dejarla sola. ¿Cuántos más mejor, no?
Enserio gorda, alguna vez e leido alguna historia por ahí, pero esta es la mejor te lo juro, y no creas que te lo digo porque eres amiga mía (L) VAS A LLEGAR LEJOS!
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