Cute Italy -Capitulo 5 -Cenicienta sobrevivió a las 12.

Sí, llego fugazmente, como si no hubieran pasado más de dos minutos en todo el tiempo que llevaban juntos. Cristal hizo una lista : Vestidos favoritos de alex Azul y Rosa, mis favoritos : Amarillo y Azul. Bueno, pues el rosa para la cena el azul para la discoteca y el amarillo para mañana por la noche.
Estaba realmente preciosa, mucho más de lo que él había imaginado mientras que ella se arreglaba.
Ella también quedó boqueabierta, su traje de Victorio y Lucchino, de color negro con una corbata de color turquesa, iba perfecto, el pelo largo y liso le tapaba un ojo, y a ella le encantaba cuando él se lo retiraba con cara de joder-puto-pelo-jodiéndome-las-vistas.
Posiblemente, la luna esa noche no llamó la atención, puesto que los dos sonreían. Era hermoso. Realmente, el restaurante de un gusto exquisito. Un momento, pero ¿Qué iba a comer? Tenía modales, y era enigmática, pero de comida, poco y menos.
Si pedía un chuletón quedaría algo basta, pero si pedía una ensalada podrían pasar cosas peores, que hubieras mil maneras de prepararla, que Alex pensara que no comía demasiado porque estaba obsesionada con su figura, la cabeza le daba vueltas. Quizás tubo algo que ver que llevaban un par de copitas de un vino muy bueno, aunque no recordaba ni como se llamaba el dichoso vino.
Y ahí estaban , ella con un minibolso, en el que llevaba su móvil, su mp4, el DNI y la llave del hotel. Y él sentado frente a ella, expectando el vestido ajustado aunque no demasiado de la pequeña Cristal.
-¿Que van a cenar los señores?
Cristal salió de su mundo, y se quedó mirando a las personas que la miraban esperando una respuesta.
-Elige tú, Alex.
-Mmm, ¿Una pizza de tres quesos?
¿En un lugar así una pizza, debe ser una broma? Cristal sonrió, como accediendo a la broma o a la pizza.
-Pues sí, una pizza de tres quesos gracias.
La cena transcurría entre miradas, y risas.
-Es aburrido.
-¿Yo?
-No, este lugar.
-Yo creí, que... bueno, non lo so.
-A ver, es precioso, y muy elegante, pero escucha la música.
-¿Qué música?
-Exacto.
Movió su silla y la puso al lado de él, le colocó un auricular en su oído, y otro en el de él.
Y entonces sonó, no la eligió, porque la puso en aleatorio.
La quiero a morir, de Alejandro Sanz y Jarabe de Palo.
Sus miradas intercambiaron unos nuevos brillos a medida que sonaba la canción se acercaban sus rostros, sin tocarse, sin si quiera rozarse...
Y entonces...
La quiero a morir,ella borra las horas de cada reloj, y me enseña a pintar trasparente el dolor, con su sonrisa...
Sus labios se fundieron en uno solo, no importaba quien los viese, quien cuchicheara sobre ellos, porque en este instante, ya no quedaba nadie más, en las estrellas solo estaban ellos dos. Sin nadie más, sin discusiones, sin ruidos de bebés llorando, sin esa música que no se oía, sin que eso fuera Sicilia, era el núcleo del mundo.
Y es que cuando te enamoras no te das cuenta de que el reloj mueve sus manecillas, no sientes la lluvia cuando cae hacía ti, cuando estás enamorado estás en el ojo del huracán, más de catorce pasos en contrario a tu pareja, son kilómetros, que no puedes quitar tus manos de su placida y dulce piel, que ahora se ha convertido en tu paraíso particular, lo cierto, es que cuando se besaron, sus corazones sonaron a unisono, como si hubieran estado cronometrados todo el tiempo hasta que pasara eso.
Ah, ¿Se me había olvidado decirlo? Se acababan de enamorar, al menos ahora se habían enterado de que lo estaban.
Salieron del restaurante, y como en la película "sining in the rain" comenzó a llover de una manera que te invitaba a mover los pies hasta llegar a una farola, y explicarle a esa nube que te moja porque hoy cantas, y antes no lo hacías. La respuesta era sencilla. Ella. La respuesta era sencilla. Él.


A la mierda el coche, a la mierda el mundo. Corrieron calle arriba, cogidos de la mano, aunque ellos sentían que volaban realmente. Pasaron por el hotel, Alex debía coger unas cosas, y ella cambiarse nuevamente. Llegaron a la discoteca, un enorme cartel era protagonista de esta afirmación. Salía un flamenco azul entre muchos rosas, bebiendo lo que seguramente sería un margarita y sonriendo ampliamente, mientras los demás tenían cara de funeral. Vale, lo he captado, lo diferente mola, pero si eres del tipo de diferente que son los demás, triste realidad.
Nada más llegar los pasaron por el lado donde está la cinta de terciopelo y la alfombra roja, ¿Tan importante era Alex? Ni siquiera sabía a qué se dedicaba. O si no se dedicaba a nada.
Entraron, y se posaron sobre la barra, -Un par de San Francisco , gracias.
Todo parecía sacado de una serie estilo "Gossip Girl" es decir, todo fabulosamente de diseño, perfectamente conjuntado y MUY CARO. Aunque aquello era de por sí evidente.
Se tomó su San Francisco, y movió su cuerpo al ritmo de "Loca" de Shakira, movió sus caderas, sus pies, sus brazos, y Alex con ella. Se reían de los refinados que los miraban por encima del hombro arrugando la nariz. Se divertían, como hacía ya tiempo que Alex no se divertía.
Vamos a aclarar esto, Alex, era guapo, atractivo, rico, vestía bien, simpático, seamos sinceras ¿A quien le desagradaría un chico así? Por eso , las chicas que caían en él eran todas iguales, todas primero oían hablar de él, y luego les gustaba. No les gustaba y luego se enteraban de quien era. Y por eso tan solo había estado oficialmente con unas 3 chicas , bueno si ahora estaba de algo con Cristal, si no solo 2.
Bailaron y bailaron, y cenicienta sobrevivió a las 12, y a la 1... y hasta más de las 2.
Aunque en todo ese tiempo, escapó de la apretujada pista de baile para ir al baño, necesitaba arreglarse el rimel, de tanto reír seguro que no estaba igual de perfecto que cuando salió, y no quería que la viera así.
A la vuelta vio a Alex interesado en una chica guapisíma que tenía 15 centímetros más de altura que ella, y sus piernas eran interminables, su escote no estaba mal, y su cara era la de una diablesa con ganas de cazar a una nueva alma.
¿Quien será?