Capítulo 18 -Mequetrefe + Mequetrefa.

La moto estaba en la puerta de la universidad, así que la limusina dejó a los tórtolos en la puerta y se llevó a Ingrid, puesto que ellos tenían demasiado que hablar. Se despidieron, Ingrid miró directamente a Cristal a los ojos, no era una mirada de odio, era de amistad, de complicidad de un "espero llegar a ser algo importante para ti, ya que tú empiezas a serlo para mí." Las dos sonrieron.

-Adiós, ¡No hagáis cosas malas , eh! ¡Os vigilo!

-Ingrid... ¡Vete ya!

-¿Tú te crees? ¡Que chico tan antipático... ! Que conste que si te aguanto es por ella eh. 

Ellas rieron, él puso una falsa cara de molestia. Demasiado falsa. 

Había llovido, y la humedad del ambiente daba frío. Cristal pasó por encima de un charco, porque con los tacones no lo notó, pero Alex tuvo que saltarlo. Bueno, tuvo que intentar saltarlo. Cayó de una manera tan cómica que Crista tuvo que encogerse para no patalear en el suelo de la risa. Su aspecto "perfecto" había pasado a ser descuidado y sucio. Si no fuera por la clase que tenía al andar,  y la forma de hablar, todo el mundo hubiera pensado que era un borracho. 

-No me lo puedo creer... Desde que he venido solo me pasan cosas malas eh, te encuentro, me caigo, y encima te ríes.

-¿Sí? Pues me voy, ahí te quedas, ¡Mequetrefe! 

Se levantó de un salto, y fue corriendo hacía ella. La hizo caer en el césped, que ahora era barro, con púas verdes. 

-¿Qué me has llamado? 

-¡Mequetrefe! ¿No te lo he dicho nunca, es lo primero que pensé de ti cuando te conocí! 

-¿Que era un...Un qué?

-Un mequetrefe, pero eh no te equivoques, no uno cualquiera.

-Ah, no pasa nada. Soy un mequetrefe, pero eh, uno especial... 

-Sí.-Una carcajada salió como un grito de su boca, y le miro de cerca. De muy cerca, tanto que sus labios casi se rozaron. 

-Mr.Mequetrefe para ser exactos.

-¿Sabes? Si era uno especial me da igual qué o quien fuera para ti. 

-Te quiero.

-Y yo. 

-¿Ah, sí? 

-Sí. 

-¿Cuánto?

-Mira ves ese puntito tan pequeño, y que parece tan lejano.-Señaló una estrella. -Habrán muchos muchos millones de kilómetros hasta llegar allí, pues te quiero cada milímetro de ese camino multiplicado por infinito. 

-Eso... Eso es mucho ¿Eh? 

-No todo lo que mereces.

-Puede que no te merezca, pero sé que eres todo lo que necesito. Te mereces algo mejor. 

-Eres una... Una... Mequetrefa.

-No se dice así.

-¿Y cómo se dice?- Se acercó mucho a su piel, a sus labios y la besó, lenta y dulcemente.-Me gusta mucho esta manera de decirlo ¿Y a ti? 

-Me encanta, si todas las palabras fueran así me aprendería todos los idiomas del mundo. 

-Bueno, no te serviría de nada, porque este lenguaje tan solo se usa en un idioma. El del corazón, y es universal. ¿Qué chino, ni qué inglés? Ese sí que es el más hablado del mundo.

Le retiró un mechón de pelo de la cara, y lo colocó cuidadosamente detrás de su oreja, aquello provocó estremecimiento en Cristal, él disfrutaba haciéndola feliz. 

Quizás esa era su verdadera felicidad, hacer feliz a quien con una sonrisa le hacía feliz a él.

-¿Qué es esto?

-Pues una preciosa sera, con una preciosa chica, en un horrible césped recubierto de fango.

-No, idiota. ¿Qué es esto, qué somos nosotros?

-Pues... Somos... No sé, nunca lo hemos hablado. Aunque por falta de conversaciones no ha sido. 

-Creo que omitimos ese tema, porque es incómodo de hablar.

-Bueno, no sé qué piensas tú que somos. Pero... He venido desde Italia solo para verte sonreír. Puede que eso por lo menos me convierta en un muy muy muy buen amigo, que en realidad de amigo tiene poco.

-Entonces somos ¿Amigos?

-No, bueno, no sé, ¿Tú que quieres... ?

-Pues yo quiero que me digas qué coño quieres que seamos. 

-Yo desearía que fuéramos pareja, e incluso casarnos, aunque sé que es muy pronto. Todavía no. Pero, mientras tanto, podríamos ser novios... ¿No?

-Eso es una forma de pedirme salir. 

-No te he pedido nada, estamos saliendo. 

-¿Y tú como lo sabes? 

-Me besas, me miras a menudo, me dices que me quieres, que me amas, nos acostamos, me cuentas mil cosas, conoces a mi mejor amiga, conozco a tu madre y a Krunch, no sé... Eso en mi país es salir, o por lo menos algo muy parecido. 

-Pues aquí es amor. 

-Yo solo sé de algo que significa amor, y lo tengo delante. -Le sonrío, se besaron, y entrelazaron sus manos. Todo era perfecto, nada podía interrumpirlo. No podía pensar en otra cosa.

-Te amo. Te amo muchísimo. 

-¿Lo harás siempre?

-Sí, siempre siempre siempre.

-Eso es mucho.

-No, es super poco.

-¿Y si esto se acaba?
-Pues te seguiré amando, lo juro. No amaré a ninguno como te amo a ti, ni querré a nadie como soy capaz de quererte. 

Se deshicieron entre besos, y mimos. 

En otro lugar, lejos muy muy lejos de allí.

Sonó el móvil, ese horrible pólitono. La cabeza le daba vueltas, pero lo más raro de todo era que después de emborracharse tantas veces siguiera teniendo resaca. 

-¿Quien?

-Tío, el jefe ha preguntado por ti, le he dicho que te has puesto malo, y que no parabas de vomitar.

-Vale, ¿Y?

-Que mañana vengas sin falta, o como mañana faltes, lo mando todo a  la mierda... ¿Lo entiendes, Lucas? No te voy a encubrir más . 

Colgó, y siguió durmiendo. Un SMS. 

Sí, podríamos quedar... ¿Qué día te viene bien?

Lo miró de soslayo y cuando tuvo la suficiente conciencia como para saber de quien era, su aspecto cambió. Era deplorable, pero paso a un nivel más aceptable. Lucas no era tan guapo como Alex, pero tenía un atractivo mucho más intenso. 

Se levantó rápido del sofá, y se arrepintió de ello al segundo. Su casi coma etílico había dejado grandes secuelas temporales. La habitación entera se movió, y su estómago con ella. 

Donde y cuando. Me encantas.

Se guardó el móvil en el bolsillo y fue a la cocina, allí buscó zumo de tomate, o güisqui, llegados a ese punto , ya le daba igual. 

Mañana, a las 19 : 00 en el sturbucks más cercano a la universidad. No faltes, me gustas mucho. 

En un principio se extrañó ella no le había dado pistas, ni ninguna señal de que se sintiera algo, o lo más mínimo atraída por él.

Pero bueno, felicitó su suerte con un buen trago de café , al que por cierto le faltaba algo de azúcar. Aunque no sabía que hora era, después del café se tiró en el sofá, y se volvió a dormir. Pese a la cafeína y el subidón de azúcar, cayó como un tronco.

Durmiendo a unos cuantos metros de Ingrid, Sophí reía a carcajadas, buscando por internet un servicio de taxis para ir mañana a una cita. Sí, a una cita a las 19 :00  en el sturbucks. Mientras tanto pensaba en qué le iba a decir, porque sus oportunidades eran escasas, pero sus ideas muchas. Pero sabía perfectamente que no les delataría, Cristal podría perder a Alex. Pero quizás ella no lo recuperara. Tenía que haber una manera. 

Salió de su cuarto a dar una vuelta bajo la luz de la luna, y quizás si no hubiera oído esa conversación, si no hubiera algo que la atrajese, las cosas no hubieran sucedido , como sucedieron. 

-Sí, él es feliz aquí, está con ella, la quiere... 

Se oían voces, gritos de furia, e incluso reproches, pero no se entendían. 

-Mamá, dile a su padre que no sabes si va a volver, y que no sabes donde estamos. 

Esta vez Ingrid apartó el móvil de su oído con el entrecejo fruncido. 

-Bueno, pues hablaré con él, lo prometo, pero te aviso que no va a volver. Y yo lo apoyo. 

Sophí completamente feliz, con una sonrisa que lejos de parecer si quiera bonita, era mala, aterradora, quizás si una sonrisa no es por un medio bueno su fin es peor. Ya sabía exactamente lo que iba a hacer, llegó a su cuarto, se puso su pijama rosa con miles de brillantitos que lo hacían una horterada de niña pija,  y se durmió. Puede que soñara, pero para los demás, sus sueños serían pesadillas.